Intercesión que gana batallas
La intercesión es el acto de orar por otros, colocándonos nosotros mismos entre su necesidad y las fuerzas espirituales que los oprimen. Cuando oramos en espíritu y en verdad por alguien, desatamos el poder de Dios para romper cadenas, sanar heridas y frustrar los planes del enemigo. Jesús mismo intercedió por nosotros ante el Padre (Hebreos 7:25), y nos llamó a orar los unos por los otros (1 Timoteo 2:1–2), mostrando que nuestras súplicas pueden cambiar destinos y revocar sentencias espirituales.
5/31/20252 min read


Versículo: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho en sus efectos.”
— Santiago 5:16 (RVR1960)
Reflexión: A menudo luchamos pensando que la batalla es solo nuestra: tentaciones, cargas emocionales o ataques de acusación. Sin embargo, cuando hermanos e intercesores se ponen de pie en oración, se forma una “línea de defensa” espiritual que abruma al enemigo. Cada oración que presentamos con fe es como un ejército invisible que avanza, toma territorio y libera a aquellos por quienes oramos. No subestimes la fuerza de tus intercesiones: Dios responde a la voz de Su pueblo unido en súplica.
Pensamiento: ¿Por quién estás dispuesto(a) a interceder con constancia esta semana, confiando en que tus oraciones desatarán liberación y victoria en su vida?
Comparación: Imagina un campo de batalla donde un soldado lucha solo contra miles de enemigos: fácilmente será vencido. Pero si se unen doscientos intercesores en una red de apoyo, sus oraciones son como refuerzos enviando provisión, cobertura y estrategia. Así, la intercesión funciona como un batallón de auxilio que cambia el curso de la guerra.
Acción: Elabora tu lista de intercesión: Anota 3–5 nombres o situaciones específicas (familiares, líderes, enfermos, proyectos), programa tu tiempo de oración: Aparta un momento diario para orar por cada uno de ellos, declarando la verdad de Dios sobre su situación, forma pareja de oración: Encuentra un hermano o hermana con quien intercambies peticiones y se oren mutuamente, cerrando círculos de intercesión y registra las respuestas: Lleva un diario breve donde anotes cada avance o testimonio de liberación que surja de tus oraciones.
Oración: Padre glorioso, gracias porque me invitas a participar en Tu obra intercediendo por otros. Hoy alzo mi voz por [Nombre] (y por [situación]), clamando Tu liberación, sanidad y paz. Declaro Tus promesas sobre su vida: que “todo lo puede el que cree” (Marcos 9:23) y que “no hay nada imposible para Ti” (Lucas 1:37). Derriba fortalezas, rompe ataduras y establece en ellos Tu reino de justicia y amor. Úsame como canal de Tu gracia y poder. En el nombre de Jesús, nuestro Intercesor, amén.