La Fe como escudo protector
La fe es la confianza activa en las promesas de Dios. En la batalla espiritual, el enemigo lanza dardos de duda, miedo, acusación y mentiras constantes. Pablo nos enseña que, así como un soldado cubre todo su cuerpo con un gran escudo para desviar las flechas, nosotros debemos usar la fe para “apagar” cada ataque invisible. Esta fe no es solo un sentir, sino el firme convencimiento de que Dios es fiel y su Palabra es verdadera. Sin fe es imposible agradar a Dios porque el que se acerca a Dios es necesario que le crea y se acerque confiadamente.
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Versículo: “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con el cual podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.” — Efesios 6:16 (RVR1960)
Reflexión: Cuando los temores susurran que Dios no cumplirá sus promesas, la fe levanta un muro protector. Cada vez que recordamos un acto de fidelidad divino—desde la creación hasta un milagro personal—estamos fortaleciendo ese escudo. No es una armadura pasiva, sino un acto de confianza que, sostenido en la Palabra, desvía el fuego de la acusación, la desesperanza y la duda.
Pensamiento: ¿Qué promesa específica de Dios necesitas recordar hoy para avivar tu fe y detener el ataque de la duda?
Comparación: Imagina el escudo rectangular de un legionario romano: lo abarca todo y repele golpes de espada, lanzas o flechas. Del mismo modo, la fe cubre cada área de nuestra vida espiritual—pensamientos, emociones y decisiones—protegiéndonos de todo ataque que provenga del “maligno”.
Acción: Elige un versículo de promesa (por ejemplo, Isaías 41:10 o Jeremías 29:11) y memorízalo, cada vez que sientas temor o duda, recita ese versículo en voz alta para “elevar tu escudo” y anota en tu diario un testimonio breve donde Dios haya demostrado su fidelidad en tu vida. Revísalo cuando sientas que el fuego de la inseguridad te acecha.
Oración: Padre fiel, gracias porque Tú cumples cada una de tus promesas. Hoy levanto mi escudo de fe, confiando en tu Palabra más que en mis circunstancias. Cuando los dardos de la duda y el miedo vengan, recuérdame tu fidelidad y fortalece mi confianza en ti. Que mi fe sea viva y firme, que no exista duda en mi corazón, dame la sabiduría para entender cuando mi fe está cayendo y reconocer que si tu prometes tu eres fiel para cumplir cada una de tus promesas, en el nombre de Jesús. Amén.