Obediencia total, no sacrificio parcial
Dios valora más la obediencia que cualquier sacrificio que podamos ofrecer. La obediencia parcial es desobediencia disfrazada. Saúl perdió el favor de Dios porque creyó que podía mezclar la voluntad divina con su propio juicio. Pero Dios no negocia con la obediencia.
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Versículo: 1 Samuel 15:22 “¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.”
Reflexión: Cuando Dios le ordenó a Saúl destruir por completo a Amalec, él decidió guardar lo mejor del botín “para ofrecerlo a Dios”. Pero esa aparente buena intención era en realidad desobediencia. A menudo racionalizamos nuestras acciones, pensando que lo que hacemos “también es bueno”, pero si no es lo que Dios pidió, no es obediencia. Y sin obediencia, no hay bendición duradera.
Pensamiento: ¿Estoy obedeciendo completamente lo que Dios me ha dicho, o estoy mezclando Su voluntad con mis propias decisiones?
Comparación: Es como seguir una receta médica, pero cambiando la dosis por intuición. Aunque parezca razonable, puede terminar siendo perjudicial. Con Dios, la obediencia exacta es la receta.
Acción: Revisa las instrucciones que Dios ya te ha dado —en la Palabra, en oración o por confirmación— y evalúa si las has cumplido con exactitud. Si hay algo pendiente, decide obedecer hoy mismo, sin excusas ni justificaciones.
Oración: Señor, líbrame de una obediencia a medias. No quiero hacer lo que “parece bueno” sino lo que Tú has dicho. Ayúdame a rendirme completamente a tu voz, a caminar en temor reverente, y a no poner mi voluntad por encima de la tuya. Enséñame que el obedecer es adorarte. En el nombre de Jesús, amén.