Paz de Dios en medio del conflicto
La paz de Dios no es la ausencia de problemas, sino Su presencia poderosa que nos sostiene cuando todo a nuestro alrededor parece temblar. En Filipenses 4:6–7 Pablo nos instruye a presentar nuestras peticiones en oración con acción de gracias, y entonces “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. En la guerra espiritual, esta paz actúa como un refugio interno que nos conecta con el Príncipe de Paz y nos capacita para avanzar con valentía.
5/25/20251 min read


Versículo: “Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6–7 (RVR1960)
Reflexión: En medio de la batalla invisible, nuestro enemigo busca robar la paz sembrando miedo, confusión y ansiedad. Sin embargo, al depositar nuestras cargas en el Señor y agradecerle anticipadamente por Su fidelidad, abrimos la puerta a Su paz que sobrepasa todo entendimiento. Esta no depende de las circunstancias, sino de nuestra comunión continua con Él. Cuando ejercitamos la gratitud y la oración, somos anclados en Su paz aunque arrecie la tormenta.
Pregunta: ¿Qué preocupación o temor necesitas hoy entregar en oración con acción de gracias, para recibir la paz que guarda tu corazón?
Comparación: Es como el ojo de un huracán: aunque el viento y la lluvia azotan todo alrededor, en el centro hay una calma perfecta. Así la paz divina nos ubica en el “ojo” de la provisión de Dios, intactos mientras Él obra en nuestra vida.
Acción: Lista de gratitud: Antes de orar, escribe tres cosas por las que agradeces a Dios hoy. Oración consciente: Dedica cinco minutos a presentar tus peticiones, recordando cada punto con un “gracias, Señor” anticipado y memoria de paz: Memoriza Filipenses 4:7 y repítelo al enfrentar ansiedad o presión.
Oración: Padre celestial, presento ante Ti mis cargas y mis temores, y te doy gracias porque ya has prometido cuidarme. Hoy clamo por tu paz, esa que sobrepasa todo entendimiento, para que guarde mi corazón y mis pensamientos en Cristo Jesús. Enséñame a depender de Ti en cada circunstancia, y a reconocer tu presencia calmada en medio de la tormenta. En el nombre de Jesús, Príncipe de Paz, amén.