Sin santidad nadie verá al Señor

Dios es santo, y quienes desean acercarse a Él deben reflejar esa santidad en su manera de vivir. La santidad no es perfección humana, sino una vida apartada para Dios, rendida a Su voluntad y guiada por Su Espíritu. No se trata de legalismo ni de obras externas, sino de una transformación interior que se manifiesta en nuestras decisiones, palabras y pensamientos.

5/17/20251 min read

Versículo: Hebreos 12:14 “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.”

Reflexión: La santidad no es una carga, sino una bendición. Nos permite experimentar más profundamente a Dios, oír Su voz con claridad, y caminar bajo Su favor. Cuando vivimos en santidad, el pecado pierde poder sobre nosotros, y el enemigo no puede tocarnos con facilidad. No se trata de vivir bajo condenación, sino de caminar conscientes de que fuimos llamados a ser diferentes, consagrados, puros, y completamente entregados a Cristo.

Pensamiento: ¿Estoy tomando en serio el llamado a vivir en santidad, o estoy justificando actitudes que sé que no agradan a Dios?

Comparación: Es como prepararse para entrar en una sala real: no se puede ir de cualquier forma. Quien va a ver al Rey debe ir limpio, preparado, y con el corazón correcto. Así también, para ver al Señor, debemos vivir una vida que refleje Su pureza.

Acción: Haz un autoexamen espiritual. Pídele al Espíritu Santo que te muestre cualquier área que necesita ser purificada. Renueva tu compromiso de vivir apartado para Dios, y si es necesario, haz confesión y arrepentimiento. Toma decisiones prácticas para alejarte de lo que contamina tu alma.

Oración: Señor, reconozco que sin santidad no puedo verte ni vivir conforme a Tu propósito. Purifica mi corazón y aparta de mí todo lo que me aleja de Ti. Enséñame a vivir una vida rendida, limpia y llena de Tu Espíritu. Quiero verte, oírte, y caminar contigo cada día. En el nombre de Jesús, amén.