Triunfo en la batalla invisible

Aunque no vemos con los ojos físicos las fuerzas espirituales que nos atacan –la duda, el miedo, la acusación—la Biblia nos revela que nuestra lucha no es contra personas de carne y hueso, sino contra principados y potestades (Efesios 6:12). Sin embargo, Jesús ya ganó la guerra con su muerte y resurrección. Nuestra victoria en lo invisible se basa en participar de ese triunfo, actuando en fe, oración y proclamación de las promesas de Dios.

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Versículo: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.”
— Romanos 8:37 (RVR1960)

Reflexión: Cada vez que te sientes abatido por un pensamiento negativo o una circunstancia adversa, estás librando una batalla invisible. Aunque no veas las espadas ni los escudos, tu fe activa el poder de Cristo. Recordar que somos “más que vencedores” no es un simple consuelo, sino una declaración de tu posición en Cristo: tú peleas desde la victoria, no para ganarla.

Pensamiento: ¿En qué área de tu vida (emocional, relacional o espiritual) necesitas hoy recordar que ya eres “más que vencedor” y dejar de pelear desde la derrota?

Comparación: Es como un piloto de radar: aunque no vea el avión enemigo con sus ojos, confía en la pantalla que revela su posición y actúa según esa información. Del mismo modo, confiamos en la Palabra de Dios para discernir lo invisible y avanzar firmes en la victoria que Cristo logró por nosotros.

Acción: Identifica un pensamiento o temor que hayas aceptado como derrota, busca en tu Biblia una promesa que lo contrarreste (por ejemplo, Romanos 8:37 o 2 Corintios 2:14), memoriza ese versículo y decláralo en voz alta cada mañana, comparte tu promesa memoriza­da con un hermano en la fe para que oren contigo.

Oración: Padre celestial, gracias porque en Cristo ya he vencido toda obra del enemigo. Hoy reclamo tu promesa de que soy “más que vencedor” por tu amor. Fortalece mi fe para pelear desde esa victoria y ayúdame a mantener mi mirada en Jesús, en el nombre de Jesús, amén.